Se suele asociar con suciedad, pero el mal olor en los pies puede tener orígenes diversos, destaca Florecia Lobo, podoesteticista, y aclara que el sudor interviene casi siempre, pues se descompone al entrar en contacto con bacterias que tenemos en la piel.
“El ‘mal’ olor puede tener origen hormonal; por ejemplo, los cambios de la adolescencia también modifican el sudor”, explica, y destaca que otros factores pueden ser la alimentación (comidas como ajo y cebolla, al degradarse, generan moléculas odoríferas que nos resultan feas) y el estrés.
“El olor es más fuerte en los pies porque el calzado y las medias suelen evitar que respiren, y eso exacerba la sudoración”, detalla. Pero puede ser alerta de patologías: el exceso de sudoración, que se llama hiperhidrosis (pies constantemente húmedos o huellas en el suelo al caminar descalzo son señales) o infecciones por hongos y bacterias. La recomendación es que la higiene sea la correcta: “lavarse detenidamente con agua y jabón y secar muy bien, en especial entre los dedos. Se puede ayudar con talcos o spray diseñados para pies, no con talco común”, advierte Lobo, e insiste en las recomendaciones, no por clásicas, más obedecidas: medias de algodón, ventilar el calzado, y usar chanclas en piletas y duchas públicas.